domingo, octubre 29, 2006

Hace dos años intente abrir un blog como este apurado por entrar a la escritura virtual, al espacio cibernético, a la persiana americana que no es otra cosa que la pantalla de una computadora. Lo intente. Le puse Zizote pero no recuerdo si escribí algo. Ahora, después de ese tiempo vuelvo a intentar recuperar ese espacio pero fue imposible. El blog sigue existiendo pero no puedo postear nada: es la venganza de los administradores del espacio virtual. Existes pero solo hasta donde ellos lo decidan, condena merecida por ocupar una porción del terreno que les pertenece.

No me deje vencer. Busque la disponibilidad de otro nombre y cree este: Cizote. Como un gemelo malvado, un hermano incomodo del primero, un ente que se sobrepone sobre otro para dominarlo, subyugarlo, desaparecerlo en un montos de ceros y unos, como nos han dicho que es el lenguaje de las maquinas, para ocultarlo en ese mar de redes electrónicas, de electrones y protones, partículas subatómicas que deben de componer el mundo de la red. En millones de píxeles que deben de formar una figura similar a lo que un zizote te producía en la piel: un volcán que iba creciendo a medida que se apoderaba de ti. Un hongo asqueroso que te producía una comezón que tenias que ignorar, para evitar rascarte y producir gemelos del mal en otras partes de tu piel.

Cuando era niño me salió uno en la frente del tamaño del mundo, o tal vez, para no ser tan exagerado del tamaño de mi frente infantil. Estaba tan acostumbrado a ellos que no me causaba mayor angustia. Solo esperar pacientemente a que se extendiera lo más que pudiera y desapareciera en el momento en que perdía su forma de volcán, en el momento en que perdía su forma circular, en que se rompía su circunferencia.

Pero ese si fue desastroso. Fue una marca al centro de mis ojos imposible de ocultar, un grano que crecía en forma de volcán para mostrarse al mundo. Intente detenerlo pero no sabia como hacerlo. Recuerdo que me untaba pasta dental. Aún siento la sensación de la pasta secándose como cuando se endurece la cera. Un cuerpo extraño en la superficie de tu piel. El remedio no surtió ningún efecto sanador. Solo el tiempo, el ciclo de vida del zizote, la extensión que lo llevaba hacía su extinción.

Fue un desastre para un niño de sexto grado que tenía que ir a clases cargando esa marca en el rostro. De pronto me converti en una burla ingeniosa de otro que no vale la pena mencionarlo, pero si reconocerle la habilidad para burlarse: don zizote de la mancha, fue el apodo que cargue en esos días.

Entonces un Cizote se extiende como volcán en la superficie de este espacio irreal, formado por ceros y unos que se repiten incansables, que se sobreponen unos sobre el otro para irrumpir su lava incandescente en millones de palabras que llenaran esta persiana americana, como me gusta llamarle a mi laptop comprada en Mcallen. Un volcán que crece en forma circular hasta deshacer su circunferencia y morir de muerte natural. Píxel es y en píxel se convertirá.

Lost and found porque es perder y volver a encontrar. Así paso con el blog y así a pasado con muchas cosas en esta vida real. Es encontrar de nuevo la escritura en tiempos cibernéticos después de haberla perdido. Aprovechar los nuevos tiempos para hacerlo de una manera distinta pero semejante a antes. Un poema que encontré como epígrafe en un libro de Pacheco, de T.S. Elliot que me gusto desde entonces. Found. Te encontre de nuevo.