Ana Paula y sus dos pasitos
Fui a la guarderia con mi bebe y estuve dos horas de adaptación -no se si para el bebe o para el papa- por la mañana. Me senti incomodo al pensar que mi presencia allí causaba molestia a las niñeras, que seguramente se sentían observadas (debo de confesar que asi era). Después me fuí a una junta y regrese por la tarde. Elena me prestó un libro que le dio doña chela, la dueña de la guardería y empeze a leerlo. Los autores proponen entre 15 a 30 días de adaptación. al fin tenía un argumento para no sentir mal o para responderle a cualquiera que cuestionara mi presencia.
Para no gastar mas gasolina al ir a la casa y regresar por elena, preferí quedarme alli hasta su hora de salida. Como a las cuatro le propuse que llevarme a la bebe al Carl´s Jr y así aprovechaba para comer.
Compre una ensalada de 24 pesos, asi esta la economia, y me lleve a Ana Paula al área de juegos. Por suerte para los dos estaba sola. Como decía la regla que los niños menores de 3 años deben ser acompañados por un adulto, me quite los zapatos y me subi a los colchones, claro, hasta donde era razonablemente posible, digamos el primer nivel.
Ana Paula estaba contenta. Se subía por los tres escalones de forma redonda de un resbaladero de medio metro, se pescaba de la red que tienen esos juegos y jugaba con las figuras que habia a un costado del mismo. Quise meterla a la parte central, por donde se entra a esa serie de laberintos, escaleras y resbaladeros, pero la asusto un costal que estaba al principio. La lleve a la salida de un resbaladero en forma de espiral que descendia desde un cuarto nivel. Ana paula gateaba hacia arriba y llegaba hasta donde mis manos pudieran sostenerla, después resbalaba, se reia y inmediatamente se incorporaba para volver a subir. Agradecí que ni un solo niño estuviera por alli para poder disfrutar el juego con mi hija.
Ya con mas confianza aceptó entrar a la parte del costal. Se soltó. Apoyada en la red caminaba hasta el primer escalón del laberinto, se metía abajo, jugaba con un tigre de goma de su tamaño, y el costal le hizo los mandados porque, sin siquiera mirarlo lo hacía a un lado. Volteaba a verme y se reia con sus ojos tan grandes, tan enamorados de su papá y su sonrisa tan bella.
Y luego empezó a soltarse más. Se apoyaba en la red, en el tigre, en el escalón, en el costal, para caminar hacia mi y de pronto daba un paso, sola y se reia. Finalmente, Ana Paula me regalo el mejor obsequio que pude recibir en su corta vida: dos pasos completamente suelta. Así señores el marcador va: O guardería. 1 papá. Voy ganando
sábado, enero 19, 2008
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