miércoles, octubre 31, 2012

Jaloguin, Noche de Brujas, jaloguin.

Para mi antes de los altares de muertos, fue jaloguin. Nosotros  salíamos muy contentos en la Moderna a pedir dulces. Era una ocasión al año en la que podías comerte un Carlos 5, que nos daban en una farmacia de Felix U Gomez, casi son Ruiz Cortínez. Para disfraz, bastaba tizne en la cara, aunque yo usaba una mascara azul de mil mascaras. EL grito era  "noche de brujas, jaloguin, noche de brujas, jaloguin". Para mi, estaba relacionado con nuestras brujas de espantos, con la llorona, con el diablo que se aparecía en la azotea. En mi mente nunca pude encontrar una semejanza con el otro halloween.

Ahora, Ana Paula y yo vamos a salir a pedir jaloguin. Quizas me ponga un disfraz que tengo. Mientras escribo Elena y Ana Paula realiza un mini-altar dedicado a mi papá y a mi suegra.

domingo, octubre 28, 2012

Llegaron los gavilanes, los reyes de la cumbia

Después de 5 años volvi a ver un video que considerábamos perdido, el cual  edite en el 2004,  de las grabaciones  que Magda y Chuy estuvieron tomando durante 1999 y 200, de los jóvenes con los que trabajamos en Haciendo Esquina.  Hay copias en VHS que entregamos a los chavos que salen, pero no hemos dado con ninguna. Magda se encontro una perdida en la bodega de la oficina de juventud estatal y  lo digitalizó Jose Juan en la UR.

Elena estaba conmigo. Al final me dieron ganas de llorar pero no pude. Me dio un sentimiento de tristeza, de nostalgia por los tiempos que se fueron, por tanto joven y tanta joven que salen, a quienes  recuerdo como si apenas hubieran pasado unas semanas. De pronto San Bare People, las Golden Boys, los Satánicos, Muertos de la Camay, los Ratas, los Sonideros de Ayapango, Celso Piña y Paco Silva, los salones Star y la Bodega, los Arzovispos, las Simpáticas, los Duendes.

El Pollo Satánico, Coco y Egma Golden, Jaibo de San Bare, Boyas Duende, Belen y Sara Simpáticas, TeceTercero Arzovispo, en primer plano. Muchos más: Frankie, Omar y demás Ratas bailándole a la virgen de Guadalupe en su mero día; Mosca de los Wachecos bailando con Liz de las Golden en la Bodega; San Bare People y la Generación Vallenata en un viaje camionero al panteón para tocarle un homenaje a un hermano y compañero que cumplía un año de muerto - luego murieron dos más, músicos de Generación, de la misma trágica muerte-; Las Pancheras y Nanays de cumbia en los Star mientras Celso cantaba Llegaron los gavilanes junto a la Ronda Bogota; el Gallo bailando en San Bare con toda la banda de la colonia; Mucha banda de Haciendo Esquina en la Bodega Western Club haciendo el círculo mientras canta mira como baila... el cachagua  Paco Silva, acompañado de  la Tropa Colombiana; los Muertos de la Camay más vivos que nunca bailando una sampuesana camionera, junto con Nidia Golden en la plaza de su colonia.



Hace casi un año, el 22 de octubre del 2010, en Reynosa, escuche un carro que pasaba frente a la casa tocando "busca un confidente" del Binomio. Salí extrañado. No encontre a nadie, ni en la plaza encontre a alguien con una grabadora. Mi Papá apenas tenía un mes de haber fallecido y pense que era como un regalo, como un aviso de que ya regresara a Monterrey.

Ahora estoy revisando mi tesis. Sentimiento Vallenato. Me gusta como va, se que le falta mucho, pero me gusta. No tiene el tiempo suficiente que necesita, pero ahí va, cada vez mejor escrito, cada vez distinta a la primera versión. Ahí la llevo. Hace dos años no me hubiera imaginado sentado frente a mi computadora, escribiendo mi tesis, así como no hubiera imaginado que vería el video de los gavilanes una vez más.

 El VHS trae un texto que dice "Llegaron los Gavilanes, los reyes de la cumbia es un recorrido por el mundo de los jóvenes de San Nicolás, al compas del sentimiento de la musica colombiana.
Los protagonistas cuentan sus vivencias, la difícil manera de ser joven al final del milenio, la violencia cotidiana y, a pesar de las dificultades, nos enseñan el significado de vivir, de sentirse colombiano y de los valores que construyen desde la esquina."

Me dio tristeza y nostalgia por aquellos tiempos que nos tocaron vivir en Monterrey. No deje de pensar en la inocencia de aquella violencia de antes, en lo inocente que se ven aquellos jóvenes comparados con la violencia que se nos vino en estos años. No fueron ni diez años los que pasaron, pero sucedió lo suficientes para cambiarnos la vida, incluso la de aquellos jóvenes que no entendíamos y  que nos daba miedo, a los que solo les montábamos la policía, huyendo de nuestra responsabilidad sobre su futuro y el nuestro.

La mamá del Mono, de los Satánicos de la Vicente Guerrero, la temida colonia, de la cual se decía que nadie podía trabajar ahí, ni la policía -pero nosotros si podíamos- cuenta que se agarraban a pedradas y ellas hasta les juntaban piedras a sus hijos.

Y Monterrey sueña ahora con esos años donde el temor de todos era que una piedra le tocara en el camino.

viernes, octubre 19, 2012

Paula

Ya van para tres semanas que Paula vive conmigo. Se vino de Reynosa, antes que Elena porque entro al Ballet de Monterrey y ese fue el pretexto. Presión para Elena para que ya deje esa ciudad, su trabajo y se venga a vivir con nosotros. - Que en diciembre- dice. La veo más convencida ahora que Paula no esta con ella.

Es presión todos los días, stress diario, la prisa siempre y muchas veces el olvido de las cosas que se quedan en la cama, en la mesa, en la puerta; el celular, el lonche, el gel para peinarla, el vestido para quitarle el uniforme a la salida de la escuela.

Llevarla a la escuela temprano, pero antes vestirla y medio peinarla. Darle algo de almorzar que nunca termina por estar viendo las caricaturas en la tele, la que prendo para que despierte. Manejar en el tráfico, ver solo hacia el frente con el objetivo de llegar antes de que timbre la campana, medio frenarte en la zona escolar y agradecer la ausencia de los transitos, pero sin olvidar que primero es la gente que cruza la calle; ir a la oficina o a la escuela, escribir, siempre escribir, leer, siempre leer. Pensar, estar pensando siempre.

Luego ir por ella a la salida. Llevarla a la oficina, darle de comer, hacer la tarea con ella, seguir escribiendo, seguir leyendo, seguir pensando mientras Paula cuenta una historia, mientras hace una pregunta. Por más que pidas que te deje trabajar, no se puede. A veces llora, a veces rie, a veces dibuja, a veces escribe.

Llevarla al Ballet, pero antes peinarla. Hacerle una cebolla donde no escape un cabello, ponerle las medias y su leotardo, luego sus zapatillas al dejarla en la escuela. Manejar hasta San Pedro, checar el tiempo.  Aveces esperarla en el carro para no sentarme con las señoras que presumen de cosas que no tienen, que hablan de sus rutinas diarias con sus niñas. Bromeo con Paula. Le digo que las señoras me acosan y por eso no me siento en los sillones de la escuela a esperarla. Para que entienda hago la rutina del Profesor Jirafales y Doña Florinda -Que milagro que anda por aqui- Vine a traer a mi hija al Ballet- No quiere tomar una taza de café- No sera mucha molestia- Pase Usted- Después de Usted-. Le digo que no le cuente a Elena, pero lo hace y la muy ingeniosa cuando repite la rutina y dice -No quiere tomar una taza de café- hace una pausa y agrega riendo -En el super siete.


Luego llegar  a la casa. Bañarla, darle de comer, secarle el pelo al peinarla. Dormirla. A veces leerle un cuento o inventarle uno. Luego leer, luego escribir, luego pensar. El stress siempre.  Aveces dudo por provocar las cosas para que ya se haya venido, pero cuando voy a verla dormida, su cara sonriente me da la alegria para que no importe los pendientes, los atrasos en las lecturas, los desvelos para ponerme al corriente, pensar, leer, escribir.

jueves, octubre 18, 2012

Octubre

Octubre ya no es como antes. Parece septiembre. No he vivido octubre, quizás un día o dos, pero apenas si lo he notado. Llovió, hizo frio unos días. Es quizás septiembre o con este calor sea agosto. La luna ni me he  molestado en verla, o quizas no ha habido luna de octubre. Hubo de septiembre, pero no la vi porque no es igual a que sea de octubre, aunque ya no sea octubre como antes, como a los 22 años o a cualquier otra edad. No es el mismo octubre, ni siquiera soy el mismo.