Paula
Ya van para tres semanas que Paula vive conmigo. Se vino de Reynosa, antes que Elena porque entro al Ballet de Monterrey y ese fue el pretexto. Presión para Elena para que ya deje esa ciudad, su trabajo y se venga a vivir con nosotros. - Que en diciembre- dice. La veo más convencida ahora que Paula no esta con ella.
Es presión todos los días, stress diario, la prisa siempre y muchas veces el olvido de las cosas que se quedan en la cama, en la mesa, en la puerta; el celular, el lonche, el gel para peinarla, el vestido para quitarle el uniforme a la salida de la escuela.
Llevarla a la escuela temprano, pero antes vestirla y medio peinarla. Darle algo de almorzar que nunca termina por estar viendo las caricaturas en la tele, la que prendo para que despierte. Manejar en el tráfico, ver solo hacia el frente con el objetivo de llegar antes de que timbre la campana, medio frenarte en la zona escolar y agradecer la ausencia de los transitos, pero sin olvidar que primero es la gente que cruza la calle; ir a la oficina o a la escuela, escribir, siempre escribir, leer, siempre leer. Pensar, estar pensando siempre.
Luego ir por ella a la salida. Llevarla a la oficina, darle de comer, hacer la tarea con ella, seguir escribiendo, seguir leyendo, seguir pensando mientras Paula cuenta una historia, mientras hace una pregunta. Por más que pidas que te deje trabajar, no se puede. A veces llora, a veces rie, a veces dibuja, a veces escribe.
Llevarla al Ballet, pero antes peinarla. Hacerle una cebolla donde no escape un cabello, ponerle las medias y su leotardo, luego sus zapatillas al dejarla en la escuela. Manejar hasta San Pedro, checar el tiempo. Aveces esperarla en el carro para no sentarme con las señoras que presumen de cosas que no tienen, que hablan de sus rutinas diarias con sus niñas. Bromeo con Paula. Le digo que las señoras me acosan y por eso no me siento en los sillones de la escuela a esperarla. Para que entienda hago la rutina del Profesor Jirafales y Doña Florinda -Que milagro que anda por aqui- Vine a traer a mi hija al Ballet- No quiere tomar una taza de café- No sera mucha molestia- Pase Usted- Después de Usted-. Le digo que no le cuente a Elena, pero lo hace y la muy ingeniosa cuando repite la rutina y dice -No quiere tomar una taza de café- hace una pausa y agrega riendo -En el super siete.
Luego llegar a la casa. Bañarla, darle de comer, secarle el pelo al peinarla. Dormirla. A veces leerle un cuento o inventarle uno. Luego leer, luego escribir, luego pensar. El stress siempre. Aveces dudo por provocar las cosas para que ya se haya venido, pero cuando voy a verla dormida, su cara sonriente me da la alegria para que no importe los pendientes, los atrasos en las lecturas, los desvelos para ponerme al corriente, pensar, leer, escribir.
viernes, octubre 19, 2012
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