miércoles, septiembre 22, 2010


Cuando fui a ver a mi papá al hospital me sentía muy triste porque algo me decía que eran sus últimos días. Yo pensaba que así iba ser, que muy pronto se iba a ir. A veces me daba la esperanza de que aguantara unos años más y quería que fuera así, pero la razón me decía que no era posible. Tenía años de pensar en eso.
Ahora me pongo triste porque no voy a poder verlo de nuevo, platicar con él, sentarme con él. Ese día le di un beso, tal vez el segundo o el tercer beso en mi vida de adulto.
Tantos temas que quise tocar con él. Tantas preguntas que quedaron en mi. Preguntas sobre él, sobre su vida, su infancia y su juventud. Lo poco que se son cosas que de pronto contaba o que otros contaban.
Contarle que si soy bueno en esta vida es por lo que él me enseño a serlo. Aprendí lo que observe de mi papá. Si cierro la llave cuando me baño no es porque un ecologista mi hizo ser consciente, sino porque mi papá siempre exigió que ahorraramos agua, que apagáramos los focos para no gastar luz.
Lamento estos años que estuve lejos de mi papá, de mi mamá. El poco tiempo que les daba cuando los visitaba. Pero si me alegro que cada vez que veía a mi papá le demostraba cuanto lo amaba, que mis hijos se lo demostraran cada vez que lo visitaban, abrazándolo, besándolo, respetándolo.
Bere fue la primera que vi al abuelo. Estaba preocupada por mi y por la abuela. Ángel pudo ver a su abuelo junto con Jireh. Jireh dijo que sonreía pero que le habían pegado los labios. Hizo una oración pero se lo olvido decir Amén, hasta que se lo dije. Ore con ella. No le pregunte que pensó, solo la vi inclinando su cabeza.
Ángel estaba triste, pero no lloro. Yo no llore para que mis hijos no se pusieran tristes. Pero solo cuando Jireh dijo que su abuelo sonreía vi a mi papá alegre y sentí una felicidad extraña, una tranquilidad. Me di cuenta que papa sonreía y ya no lo vi muerto: lo vi lleno de vida.
La última en verlo un día antes de su muerte fue mi pequeña Ana Paula. Ese día caminamos una hora y media en el Paseo Santa Lucía y después fuimos con el abuelo, al que pudo darle un beso. Cuando le dije que íbamos a ver al abuelo dormido en la capilla me dijo "primero vamos a caminar mucho y luego vamos a ver al abuelo" Mi hija se asusto al verlo detrás del vidrio. fue a la única que le dije que su abuelo había querido quedarse dormido por eso se asusto. Pidió que nos alejáramos pero luego espontanea dijo "vamos a ver al abuelo" y lo lleno de besos que le mandaba con sus dedos "en un cachete, en el otro, en la nariz, en la frente, en los ojos, en una oreja, en la otra oreja". Su mamá le dijo que le dijera al abuelo que ella me iba a cuidar, que no se preocupara y el día de hoy llego diciendo que el abuelo le había dicho que ella me cuidara.
Fué mi papá de 41 años y abuelo de cuatro de mis hijos. Te voy a extrañar, va a ser difícil no verte, pero siempre estarás en mi corazón y en el de mis hijos

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